Imperturbable es tu sublime calma milagrosa tú, que riges la noche con bellos destellos sigue, sigue tu marcha lenta y majestuosa cruzando los espacios ondulantes de los fieles aullos. Corre y no alumbres mi profunda pena sobre estos huesos de esperanzas muertas, ciegos mis ojos estaban sin los rayos de tu faena ofreciste luz a quien caminaba a tientas. Vuela con tu belleza que al trovador inflama bástete, sobre el corazón marchito y su pureza. Vélate, sobre la lila blanca y el mar sus perlas derrama que brillan y desaparecen ¡ay, las sombras de duelo! Vélate sobre mi alma.
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